Por: Nikte Requejo-Mendoza y Ángeles Sanlópez

Según un sondeo en redes sociodigitales, muchas lectoras y lectores han confesado que esta obra las dejó “destruidas”. Nosotras decidimos explorarla juntas y aquí te compartimos nuestra opinión.

Primero te compartimos la sinopsis:

Mayo de 1980. La ciudad de Gwangju se levanta contra la dictadura militar de Chun Doo-hwan, quien pocos meses antes tomó el poder en Corea del Sur. La oposición civil, liderada por estudiantes universitarios, se moviliza en defensa de la democracia. La respuesta del ejército es brutal: dispara indiscriminadamente contra la multitud, sin distinguir entre estudiantes y civiles.
Tras la masacre, un joven busca el cadáver de un amigo; un alma se aferra a su cuerpo abandonado y a sus recuerdos; y un país brutalizado intenta recuperar su voz. En esta novela polifónica, víctimas y sobrevivientes enfrentan la censura, la negación, el perdón, la culpa y la memoria de un episodio traumático que todavía resuena.

A continuación, compartimos los testimonios de Nikte Requejo-Mendoza y Ángeles Sanlópez, quienes nos contaron cómo esta lectura las marcó.

Nikte

Al cerrar el libro, pasé por muchas emociones. El relato donde la madre cuenta todo lo que vivió la destrozó. La hizo revivir aquella vez en la marcha del 8M, cuando ella y otras abrieron paso —como dicen en la Biblia, como si se abrieran las aguas— para dejar pasar a las madres buscadoras.
No logra imaginar el terror de vivir algo así. Le impresiona como la autora en el libro muestra tantas perspectivas de un suceso tan brutal, que no solo destruyó vidas en el momento, sino que marcó a tantas personas alrededor. Como quienes sobrevivieron a la tortura, pero no lograron tener una vida común —eso que se llama “exitosa”—, o quienes simplemente no pudieron seguir viviendo. ¿Quién querría seguir viviendo después de haber presenciado o sufrido todo eso?

Ángeles

Señala que al terminar el libro sintió una profunda tristeza por cómo la autora Han Kang escribió un libro para no olvidar, para recordar sucesos, acciones, vínculos, interacciones, cuidados, decisiones, acciones de empatía, cariño, respeto y amor. Para ella actos humanos captura ese crisol de emociones y acciones en un contexto determinado bajo un gobierno dirigido por militares. Que es parte de una historia global en donde diversos regímenes dictatoriales de las décadas de los setenta y ochenta sometieron a la población a torturas, desapariciones y violencias de todo tipo en diferentes países en el mundo.

Nikte

Es específica y retoma la masacre de Tlatelolco del 68: el mismo modus operandi, el mismo silencio, el mismo terror impuesto desde arriba. Y duele —profundamente— reconocer que unas cuantas decisiones de “señores miados” (como escuchó decir en las noticias) pueden definir el destino de millones. Tres hombres decidiendo sobre Irán, Israel, Estados Unidos y aquí estamos todos hablando del horror. Porque eso fue Gwangju también: el resultado de la voluntad de unos hombres que impusieron la muerte sobre un pueblo entero.

Se quedó con el corazón apretado, pensando en las atrocidades del mundo, pero también reconociendo la sensibilidad que tenemos como lectoras: no leemos solo con la mente, sino con el cuerpo, la memoria y la historia. Han Kang logra algo tremendo: dar voz a quienes no la tuvieron, sin edulcorar nada. Esa corporalidad de los relatos… las heridas, los olores, las velas, los cadáveres, la ropa. Es imposible no temblar.

Ángeles

Para ella, la novela es un ejercicio literario y político de memoria. Han Kang —mujer surcoreana, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2024 y primera mujer asiática en recibirlo— escribió para no olvidar. Documentó el suceso con rigor: fotografías, notas periodísticas, entrevistas y otras fuentes. El libro no busca la apología, sino el conocimiento de un hecho histórico que trastocó familias, amistades y a toda una sociedad. Ella reflexiona: ¿Cómo se reconstruye un país después del asesinato, la tortura y la desaparición? ¿Cómo dialogamos con esta historia y con nuestras propias historias de violencia? ¿A quién le corresponde recordar?

Nikte

Ya había leído a Han Kang en La vegetariana. Aunque le pareció un buen libro, Actos humanos le tocó fibras más profundas. No sabe si fue por el hecho real que narra, por la potencia de la escritura o por cómo resuena con todo lo que vemos y vivimos hoy. Porque seguimos habitando estructuras que nos someten, y seguimos siendo testigos —a veces cómplices pasivos— de lo mismo, una y otra vez.

Le dolió especialmente que, en Gwangju, fueran los jóvenes quienes alzaran la voz. Le recordó sus veintitantos, cuando creía que había que salir a defenderlo todo, sin ver que también eran carne de cañón. Hoy sigue creyendo que la juventud puede cambiar el mundo, pero reconoce que, cuando más apoyo necesitan, suelen estar solos. Eso da rabia. Mucha rabia.
Escribe su testimonio conmovida, enojada, triste y desbordada, pero también escribe esto para liberar, para no quedarme con todo adentro. Porque esta lectura no la deja igual. La atraviesa y la cambia.

Ángeles

Concluye diciendo que leer Actos humanos y La vegetariana en el círculo de lectura le permitió compartir su tristeza, su admiración y su asombro ante la prosa de Han Kang. Espera que más mujeres puedan acercarse a su obra para descubrir las críticas, denuncias y reflexiones que ofrece al mundo. Y desea que el próximo año pueda seguir leyéndola, siempre en compañía de otras.

Soy Nikte Requejo Mendoza. Neurocientífica de formación, pero escritora desde la entraña. Camino entre la memoria, la rabia y la ternura, buscando palabras que den forma a lo que duele y lo que arde. Me interesa la escritura como gesto de memoria colectiva, como un modo de temblar juntas y sostenernos. En los libros encuentro espejo, cuerpo y herida. Escribo para no quedarme muda.

Soy Ángeles Sanlópez. Historiadora, escritora, editora, acompañanta de aprendizajes mutuos y doctoranda.

Actualmente co-coordino Especulativas y coordino Histórikas, espacios en los que organizo círculos de lectura, cursos y talleres. Escribo por gusto, placer y necesidad.