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Por: Guillermina Murillo Barriga
La lectura de Lunuli. Amuletos elementales de Pamela Ochoa fue significativa porque durante el recorrido por los poemas hubo aprendizaje, introspección y una invitación siempre abierta para imaginar y crear mundos. El nombre del poemario es una provocación porque ¿qué es Lunuli? Podría irme por la respuesta evidente y decir que Lunuli es poesía y lo es, pero también es ponzoñosa ternura, como se lee en el libro. Lunuli es, también, un juego de palabras, tomando la palabra juego con la seriedad que implica y no con la simpleza que alude la palabra juego porque para jugar con las palabras se requiere de destreza. La elección y creación de palabras en Lunuli implica estrategias y recursos poéticos (y narrativos) porque en la poesía de Lunuli hay historias y se nos permite transportarnos a otros mundos y habitar no lugares o lugares imaginados.
Lunuli es un poemario que provoca reflexión, introspección y crítica social porque también eso es la poesía. Es reconfortante encontrar en la poesía perspectivas que permitan visibilizar otras formas, otras cosas: lo otro. Lo posible y lo imposible. Cuando hablo de formas no solamente me refiero a las estructuras poéticas, porque si bien Pamela González crea nuevas formas y palabras, también abre el camino para la reconstrucción y resignificación de lo que ya se tiene, de lo conocido e invita a abrir la mente a lo desconocido. A inventar. En el poemario observamos cómo los recursos poéticos dan testimonio de una agilidad creativa con estructuras bien cimentadas y también permite posibilidades. Posibilidades de describir el mundo y habitarlo desde la otredad.
Las voces poéticas en Lunuli, a veces, son tranquilas a ritmo lento y con voz baja y, en otras ocasiones, son gritos. Gritos de reclamo, de enojo, de entusiasmo y de posibilidades porque hay en el texto ponzoñosa ternura y, por lo mismo, se nos ofrece la posibilidad de desmenuzarlo todo y de ser cocreadores de mundos, de amuletos, de mitos y de ritos, además de que nos permite nombrarnos, recordar personajes históricos y míticos, a los otros. En la poesía somos guiados por la palabra para inventar lo que falta y llenar vacíos o dejarlos así: sin nada o con todo. Lunuli también invita a hacer cuestionamientos porque ¿será que faltan palabras para describir las sensaciones y emociones? O ¿será que es necesario precisar y poner límites en el lenguaje?
Hacer poesía es un acto de valentía y qué bello que actos valientes estén en manos de poetas como Pamela González porque su poemario requiere calma para darle el valor que se merece al tiempo y de esa manera apreciar su contenido y sus formas. El libro está compuesto por cuatro apartados que hacen referencia a los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego, y como en los elementos existe movilidad porque, por ejemplo, bien podría incluir poemas como Cocodrila en el apartado de agua y poemas como Humo en el apartado de aire. En Lunuli hay amuletos, ritos, conjuros e incluso, desde mi perspectiva, consignas de vida y esos amuletos no sólo están escritos sino también ilustrados por lo que la vena artística de Pamela González está presente en el texto principal y en el paratexto.
En el Nacimiento del mito podemos leer: “Llevas en el vuelo la memoria de siglos/ con la ligereza de quien sabe que:/ migrar es un movimiento perpetuo/ aunque no se perciba cada día/ porque las raíces no son un mandato/ incluso el pasado en nuestra memoria se bifurca” y eso para mí es una consigna de vida, que enuncia y profundiza en la memoria histórica y en la presencia de los ancestros, en los procesos de territorialización y en la importancia de los sentidos de lugar, porque uno lleva un pedacito del terruño a donde quiera que vaya y carga consigo las historias de vida de quienes nos preceden para darle sentido a nuestra propia historia de vida.
Un recurso significativo de los poemas de Lunuli es la capacidad de poner en un mismo verso imágenes tan cotidianas con elementos mágicos que, nuevamente, crean posibilidades. Por ejemplo, cuando Pamela González escribe en el poema Charco “Hay un bosque en la fisura del pavimento” encontramos una representación de la realidad porque ¿cuántos no hemos visto que la vida se abre paso a través del cemento? Ya sea en un bache o en una banqueta o en el charco mismo. Si reflexionamos en esa imagen que nos regala la autora y lo pensamos en una escala menor, para los seres que habitan ese charco hay bosque en esa fisura del pavimento, es decir, hay una sociedad que vive en un charco.
Hay, también, en el libro preguntas de vida o existenciales que nos permiten dialogar con nosotros mismos acerca del sentido de la vida y eso se lee en Roja notable cuando nos preguntamos “¿hasta dónde llega mi ser?” y hasta ¿dónde llega nuestro dolor? porque “seguimos deambulando dolidos, pero sin dolernos” como se nos hace saber en el poema 16, 51, 59. Así pues, mientras leemos también cuestionamos y reflexionamos. Yo, por ejemplo, me permití pensar ¿cuánto tiempo le he dedicado a pensar en mi dolor? Y ¿qué he hecho para identificar de dónde viene?
En Lunuli hay una crítica hacia la desesperanza, pero también, nuevamente, la posibilidad de crear posibilidades y, por tanto, esperanza. Suena redundante, pero, de acuerdo con Lo que diría Dafne “¿por qué temer errores que ni oscilan? …/ Vendrán placeres, pétalos y trotes…” porque “algo se va cada día, sin ruido/ y una música familiar entre los ojos se instala” y eso es Simplicidad.
Las complejidades que se describen en el poemario no son circunstanciales son necesarias para resistir en este sistema, en donde duele la no productividad y la priorización del descanso genera culpa y remordimiento, lo mismo ocurre con la contemplación y la meditación. Hacer poesía es un acto de resistencia y valentía, y es tras la reflexión que podemos sentir el dolor y valorar el tiempo. Valorar también el sueño, los momentos y la vida misma porque, generalmente, vamos por la vida con prisa e insomnes. En Cocodrila leemos “Insomne, se duele a solas…/ Insomnes, no sabemos las horas” y es que ojalá durante el insomnio encontráramos la calma que se requiere para afrontar el mundo, pero en el insomnio hay miedo y hay advertencias. Qué bello sería que pudiéramos abrazar el miedo y atrevernos. Ojalá pudiéramos, como se expresa en Meditación de una perra, “…abrazar el miedo”, porque justamente la advertencia es un estímulo que posibilita la estabilidad.
Un poema que está relacionado con el mundo de la inmediatez actual es Amazon-a, Am a song en donde no sólo hay homonimia sino también producción de significados con voces enunciativas poderosas, porque se puede ser una amazona y se puede ser una canción. Pero esa canción y esa amazona no son entes pasivos puesto que influyen y son influenciadas por las circunstancias y por el contexto. Y es, precisamente, bajo ese contexto que Pamela González habla de la salud mental y eso también es de valientes. Una poesía que es un acto político y que pone en el escenario temas de importancia social y de salud pública es valiente porque, como se lee en el mismo poema, “Tengo estabilidad mental/ gracias a una pastilla que cruje al separarla/ y apaga todos los sonidos que amartillan mi cráneo” y entonces como el Humo “apenas vivo”. Y Alrededor de la hoguera “¿qué intelecto se beneficia de la censura?”
Lunuli es un ritual de iniciación a la poesía y a la ponzoñosa ternura porque se nos ha hablado de la ternura radical y de la resistencia, pero qué intelecto dijo que la ternura es siempre generosa y bella ¿por qué la ternura no podría ser ponzoñosa? No toda la poesía es bella, pero Lunuli lo es y es poesía que también narra, cuyas imágenes crean mundos, atestiguan la historia y hacen crítica al sistema jerarquizado dominante.
El estilo de los poemas es provocador y lo vemos en la colocación de los signos de puntuación porque no sólo se escriben sino también se leen, lo que invita a cuestionar si en los poemas ¿se deshacen las formas, se desmiembran las palabras, se transforman o se crean otras? No hay respuestas para esos cuestionamientos, pero lo que sí queda claro es que las formas no son inamovibles. Si las palabras se pueden crear debe haber un valiente que tenga esa tarea, así que en Lunuli hay actos de valentía en donde se mezcla lo clásico y la innovación. Vale la pena reconocer los paratextos que se encuentran en el texto, pues las imágenes que acompañan los poemas cuentan historias y hacen poesía por sí mismas.
Lunuli requiere tiempo porque la lectura del poemario demanda concentración, pide cooperación y requiere imaginación, pues nos deja partículas pequeñas, como átomos, y también sufijos, o, incluso sólo con la raíz de la palabra para sembrar. En el poemario, existe pues, una renovación constante, como lo hacen los elementos, que pueden ser movibles y que muestran posibilidades porque ¿cómo leemos el mundo? ¿cómo cambiamos el mundo? o ¿queremos cambiar el mundo?
Lunuli es la posibilidad y es la invitación para cuestionarlo todo, para crearlo todo o curarlo todo. Es, pues, la posibilidad de profundidad. Lunuli es un brote, es una raíz, es un ombligo que puede dar vida, es un charco que genera, son los verbos que crean y que están en movimiento. Lunuli es nombrar a las cosas por su nombre, es no nombrarlas, es elegir qué y cómo nombrar: es posibilidad y es movilidad porque ¿qué intelecto le dio nombre a las cosas para que sean inamovibles?
Lunuli es poesía
Lunuli es un amuleto
Lunuli es resistencia
Lunuli es un ritual hecho poesía
Lunuli es posibilidad

Guillermina Murillo Barriga, mujer tacambarense (michoacana). Hija de María Barriga y sobrina de Primi. Gatóloga. Licenciada en lengua y literaturas hispánicas y maestra en Geografía humana. Ha trabajado en análisis de textos escritos y audiovisuales como manga, anime y dorama. Ha publicado artículos académicos que profundizan en análisis socioespaciales y su influencia en las dinámicas cotidianas en los territorios.
En noviembre del 2023 se presentó su novela Muñeca. Sigue desarrollándose en el ámbito de las letras publicando cuentos y poemas en diversos medios. También sigue publicando artículos científicos de forma independiente.
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